Como otras muchas ciudades que fueron antiguas capitales reales, Berlín también tiene su palacio de verano en la vecina ciudad de Potsdam, donde los reyes de Prusia descansaban de las obligaciones y el ajetreo de Berlín. Hoy, en cambio, es una de las visitas más habituales en los alrededores de Berlín.
El palacio -y los jardines, que son tan importantes como el propio edificio- data de mediados del siglo XVIII y se construyó por orden del rey Federico el Grande. A día de hoy, se le considera uno de los mejores ejemplos de la arquitectura rococó en Alemania, además de uno de los palacios más famosos del país.
La verdad es que el propio nombre que escogió para el palacio deja bien a las claras que era un lugar para el descanso, ya que Sans Souci es una expresión tomada del francés que significa «sin preocupaciones«. No es la única influencia francesa, ya que vendría a suponer algo parecido a una versión algo más modesta de lo que suponía Versalles para la ciudad de París.
Pero aparte de ser un remanso de tranquilidad y un edificio singular, el Palacio Sans Souci es famoso también por su vinculación con el arte y la filosofía, ya que era habitual que el rey Federico invitara a las principales figuras de estos campos a participar en encuentros culturales que tenían lugar en el lugar. Sans Souci se convirtió, de aquella manera, en un punto de referencia para la Ilustración europea.
El Palacio y sus jardines fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, a día de hoy, constituyen el principal atractivo para los muchos visitantes que se acercan a la ciudad de Potsdam desde Berlín, situado a menos de una hora de trayecto.
¿Qué ver en el Palacio Sans Souci?
En Sans Souci, los jardines tienen tanta importancia como el propio edificio. Frente al Palacio nos encontramos con los llamados Jardines Terrazados, de estilo barroco, salpicados de infinidad de esculturas, fuentes y variedades de plantas al estilo de un pequeño jardín botánico. Pasear por ellos es descubrir elementos artísticos cada pocos metros, además de una experiencia muy relajante en la que disfrutar tanto del entorno natural, como de las vistas.
Junto a ellos, en el exterior podemos ver también la Orangerie, un edificio singular que fue creado para cobijar durante el invierno la colección de plantas exóticas del rey. A día de hoy, el edificio sigue sirviendo para esta función y alberga una muestra de plantas.
La entrada a los jardines es gratuita, por lo que el coste de la misma no debería ser un impedimento para verlos. Eso sí, para acceder al edificio del Palacio sí que necesitamos sacar una entrada.
Dentro ya del edificio del Palacio, propiamente dicho, podemos contemplar las estancias reales y hacernos una idea de cómo era la vida en la corte del rey Federico, que era un dirigente muy interesado por el arte, que tuvo mucho que ver en cómo se configuraron y decoraron las diferentes estancias del Palacio.
Sus habitaciones privadas son uno de los puntos más interesantes del edificio, así como la biblioteca o la galería privada de pinturas.
Llama también la atención, en un plano más público que privado, el llamado Salón de Mármol, con su decoración recargadísima típica del rococó: ornamentos detallados, esculturas, filigranas arquitectónicas. Toda una referencia de este estilo arquitectónico y decorativo al mismo tiempo.
Aparte de las salas y colecciones permanentes, el Palacio Sans Souci acoge también exposiciones temporales sobre la historia del reino de Prusia, la época en la que vivió Federico el Grande y sus facetas artística, filosófica y de amante de la cultura.
En resumen, una visita que llamará la atención a los amantes de la historia y la cultura, pero que -gracias a sus jardines- gustará también a quienes busquen tranquilidad o disfrutar de la belleza del paisaje o la naturaleza.
Qué otras cosas ver en Potsdam además del Palacio.
Una de las cosas que hay que tener en cuenta si nos planteamos visitar Potsdam es que no es sólo una ciudad de una sola atracción -en este caso el Palacio Sans Souci-, sino que cuenta además con varios lugares más que pueden merecer la pena para visitar. No es especialmente grande, pero sí que tiene suficientes cosas que ver como para pasar tranquilamente medio día o, incluso, un día entero.
Aparte del Sans Souci -el mayor atractivo de la localidad- en Potsdam podemos visitar también otros palacios como el de Babelsberg o el Neues Palais (Nuevo Palacio). No son los únicos palacios de una ciudad en los que abundan, ya que también hay que destacar por su papel en la historia reciente el Palacio Cecilienhof, donde se celebró tras la II Guerra Mundial un encuentro entre los principales líderes mundiales de la época para redibujar el Mapa de Europa.
¿Por qué llamaba tanto Potsdam la atención a quienes la elegían para construir sus palacios? Principalmente, por una razón: su ubicación junto a diversos lagos y la belleza de los paisajes. Esto lo podemos seguir disfrutando a día de hoy, ya sea simplemente paseando por el distrito de los Lagos o dando algún pequeño paseo en barca.
¿Cómo podemos llegar al Palacio Sans Souci desde Berlín?
La red de transporte público de Berlín juega a nuestro favor a la hora de visitar Potsdam. Si queremos ir en tren, podemos tomar los trenes regionales de las línea RE1 o RE7 en la Estación Central o en alguna de las paradas intermedias o también el S-Bahn S7 hasta Potsdam Hauptbahnhof. El tren regional es más rápido, pero en ninguno de los casos nos debería llevar más de una hora.
Hay una modalidad de la Berlín WelcomeCard (la de zonas ABC) que incluye el transporte hasta Potsdam, lo que es una muy buena opción si queremos incluir la visita en nuestro itinerario.
Una vez en Potsdam, las líneas 695 o X15 de autobús o las 91 ó 92 de tranvía nos dejarán a muy poca distancia del Palacio.
Y, por supuesto, si no queremos complicarnos con planear todo por nuestra cuenta, tenemos también la opción de unirnos a alguno de los muchos tours organizados que salen de Berlín con destino a Potsdam, como éste.